Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.
Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Wisława Szymborska

Era el fin de semana de mi despedida oficial.  Había renunciado a mi trabajo de varios años y estaba por hacerlo también a mi profesión de entonces.  Pronto partiría a vivir a Buenos Aires para cumplir un gran sueño de la infancia.

Mi grupo de amigos había planeado un paseo a la playa, como parte de los festejos previos a mi viaje.  En realidad, no era algo inusual o especial, ya que en esa época pasábamos la mayoría de los sábados y domingos en algún pueblo costero haciendo cosas divertidas propias de la juventud.

Lo que si fue diferente ese sábado es que todos me dejaron plantada.  A medida que avanzaba la mañana, recibí la llamada de cada uno, ofreciéndome disculpas y razones para no ir: “me pelee con mi enamorado”, “mi mama está en el hospital y necesito quedarme”, “se dañó mi carro y es imposible salir de la ciudad”. Al final nadie me acompañó al festejo en la playa, pero en lugar de frustrarme, decidí ir sola.  De todos modos mi mamá estaría con sus amigas en Olón y podía quedarme a dormir con ellas. Sin embargo eso no sucedió. 

En la memorable noche del 18 de enero del 2003, le avisé a mi madre que mejor no me esperase a dormir.  Le comenté que me quedaría en casa de una de mis amigas, dueña de un bar en Montañita, un pueblo en ese entonces mágico y singular.  No era muy inteligente que yo manejara en carretera de madrugada, entre pueblo y pueblo y seguramente con algunos tragos de más.  Me fui al bar de mi amiga y me senté con ella, cada una en su lado de la barra, y le conté las razones por las que había terminado sola y varada allí. Pensé que, de todos modos, era una buena oportunidad para ponernos al dia y conversar.  La noche transcurria tranquila y sin mucho movimiento.  

Fue entonces que, entre una caipiriña y otra, él se sentó junto a mi y con la sonrisa mas luminosa y unos ojos fulgurantes me dijo: “¡hola!, ¿Qué tal?”

Desde ese día no nos hemos separado jamás.

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    One thought on “casualidad

    1. Hermoso recuerdo sobrina bella, se confabularon los astros ese día, recuerda siempre que nada es casualidad en esta vida. Un abrazo para ti 🥰🌷😘

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